ENJAMBRE DE TERROR
(Publicado en Selecciones del readers Digest, Octubre de 1993)
HISTORIA DE LA VIDA REALAcababa de sobrevivir a un choque frontal en la carretera, pero tenia ante si un peligro aun mayor.
Enjambre de terror POR MARK ROWH
En una noche obscura como boca de lobo, despues de las 12, el enorme remolque de plataforma iba rugiendo por una carretera de dos carriles en Florida.
El conductor, un hombre de 4O, años Ilamado John Shane, trabajaba para un apicultor de De Land, Florida. Ya iba en el ultimo tramo de un viaje de ocho horas. Llevaba 250 colmenas, con mas de 5 millones de abejas.
Poco mas adelante del poblado de Williston, un auto que venia en sentido opuesto invadio de pronto el carril de Shane, quien no tuvo tiempo de reaccionar. El camion, de nueve metros de largo, choco de frente con el auto, le paso por encima y se elevo en el aire.
Shane sintio que su vehiculo se volcaba en camara lenta. Luego cayo "de cabeza" sobre el pavimento y se deslizo hacia la cuneta. Cuando golpeo con fuerza el borde de esta, el parabrisas estallo. El camion se detuvo al fin. Sus ruedas siguieron girando en el silencioso aire primaveral, y el motor no se apago.
Aturdido y temeroso de moverse, Shane yacia de costado en la cabina. Considero todos los aspectos de su situacion, aquella madrugada del 23 de mayo de 1992.
¡Gracias a Dios, estoy vivo!, fue lo primero que penso.
El interior de la cabina se habia reducido a un espacio apenas mayor que su cuerpo. La parte frontal del vehiculo habia levantado tierra, como un arado gigante, y Shane tenia montones de tierra y hierba alrededor de la cabeza y el cuello. Tambien tenia astillas de vidrio clavadas en el codo, y le corria sangre por el brazo. Trato de mover la pierna izquierda; no pudo.
Su pie y su pantorrilla habian quedado atrapados entre el piso y el arbol de la direccion. El volante le oprimia el pecho.
Al sentirse sepultado, lo acometlo una oleada de panico; siempre le habian dado miedo los espacios cerrados. No, se dijo por fin, no pienses en eso. Entonces escudriño la oscuridad, mas alla del parabrisas destrozado, en busca del automovil con el que habia chocado. Sabia que era imposible que el otro conductor hubiera sobrevivido. Por favor, suplico, que no haya sido una familia.--¡AY!
Shane sintlo de pronto en el cuello un dolor agudo, como si lo hubieran picado con una aguja. Luego otro, y otro mas. Tambien advirtio que algo le caminaba sobre la pierna derecha. ¡Las abejas!
Sabia que cuando una abeja clava su aguijon, despide una feromona, sustancia cuyo olor invita a las demas abejas a unirse al ataque. Era probable que, por la violencia del impacto, millones de insectos se hubieran salido de las colmenas. Sjane habia leido en alguna parte que 200 picaduras podian provocar la muerte, incluso en el caso de una persona que no fuera alergica al veneno. Poco a poco se produciria una hinchazon, no solo en el lugar de cada picadura, sino en todo el cuerpo. Despues, el corazon o los pulmones dejarian de funcionar. Si la inflamacion se le extendia a la garganta, podia morir por asfixia. Sintio dos aguijonazos mas.
Cuando llego la policia, avisada por los vecinos del lugar, una nube en constante movimiento envolvia la escena. A la luz de los faros de los vehiculos revoloteaban millares de abejas, buscando en medio de toda la confusion el olor distintivo de su panal. Por el suelo estaba esparcida una multitud de colmenas de madera despedazadas, y de ellas salian cera y miel, y un extraño y dulzon aroma. Dentro de las que seguian intactas, las abejas volaban produciendo un zumbido incesante.
La alguacila adjunta Tina Medeiros observo ei camion. No es posible que alguien haya sobrevivido a este desastre, penso. Pero luego oyo una voz suplicante:
-¡Por favor! ¡ayudenme!
¡Si! ¡Alguien esta vivo alli dentro! Se corrigio la alguacila Medeiros.-¡Lo sacaremos tan pronto como damos! --dijo para tranqulllzar a Shane.
Acto seguido fue a su auto patrulla y encendio el radio para trasmitir su informe.
Shane estaba muy preocupado. Un enjambre de abejas incerpreta cualquier luz intensa o movimiento como una amenaza. Se estaba congregando una muchedumbre y el trafico empezaba a detenerse. Con la luz de los reflectores de la policia y el ir y venir de los bomberos, las abejas no tardarian en atacar. El camionero se daba cuenta de que la gente se mantenia a distancia, pues todas las voces se oian lejanas.
Trataba de entender lo que decian. Luego penso: Hace falta alguien que sepa de abejas.
-¡Oigan! -grito- ¡Comuniquense con mi jefe, en De Land! el sabra que hacer!
En esos momentos, la unica sensacion de Shane era un dolor lacerante en todo el cuerpo, por las continuas picaduras. Penso en su hogar y en Darlene, su esposa desde hacia siete años. Ella se habia sentido contrariada cuando el partio a ese viaje, pues no podria asistir a la ceremonia de fin de curso del jardin de niños de su hijo Justln de cinco años. Shane sonrio al recordar a su travieso hijito que parecia tener una energia inagotable. Elevo en silencio una plegaria: ¡Señor, sacame de aqui!Cuando llego Mauro Porcelli, teniente del cuerpo de bomberos, le pregunto a un alguacil adjunto que sucedia. La gente se mantenia distante. Habia cajas de madera esparcidas por todas partes, pero nadie limpiaba la carretera. Luego, a la luz de los faros de los coches, Porcelli vio las abejas y corrio hacia el camion.
-Oiga, ¿Se encuentra usted bien? -pregunto.-
-¡Saquenme de aqui! -contesto Shane, con voz de panico.
-¡Resista un poco! -le pidio el teniente. ¡No lo abandonaremos!Empero, sabia que, aun sin las abejas, el rescate seria dificil. El camion estaba encajado en el suelo. La unica manera de llegar hasta Shane parecia ser desde la cuneta, debajo del vehiculo. Nos espera una noche muy larga, se dijo el bombero.
Habia transcurrido ya una hora desde que se produjo el accidente. En el fantasmagorico resplandor verde de la unica luz del tablero que funcionaba, Shane veia a los insectos moverse sobre su piel. Se pregunto cuantas veces lo habian picado. Comenzo a contarlas en silencio: 5, 10, 17..., 24, 25. Se detuvo al llegar a 50. Le dio miedo saber.
Como bombero y paramedico, Richard Broccolo, uno de los hombres de Porcelli, estaba acostumbrado al peligro. Pero el remolino de abejas le trajo a la memoria un escalofriante recuerdo de su infancia. Su hermano menor, tras ser picado por una abeja, empezo a asfixiarse y a ponerse morado debido a una grave reaccion alergica. Con unas inyecciones de adrenalina le salvaron la vida. ¿Sere alergico yo tambien? Se pregunto Broccolo. Si me pican las abejas tendre la misma reaccion que mi hermano? pero desecho ese pensamiento. Los insectos iban a matar al hombre que estaba atrapado en el camion si no lo sacaban pronto.
Broccolo y otro bombero, Ernie Baukans, pusieron manos a la obra. El primero Se arrastro sobre la hierba y, con una herramienta hidraulica empezo a trabajar en la puerta de la destrozada cabina. Estirarse hacia delante y cortar hacia arriba le resulto una maniobra dificil e incomoda.
Al poco rato los brazos comenzaron a dolerle, y el sudor que le escurria le escoclo los ojos. Una abeja lo pico en el labio, que se le hincho hasta que le impidio hablar. Entonces, Broccolo tuvo que salir y le paso la herramienta a Eubanks.Pese a su entrenamiento y experiencia, el rescate era una penosa prueba para los bomberos. A medida que progresaban en su trabajo, la distribucion del peso del camlon iba cambiando y entonces tenian que buscar un nuevo angulo de acercamiento, con lo que perdian tiempo muy valioso.
-¿Por que mejor no enderezan el camion? -pregunto alguien.
-¡No! Replico Porcelli- Podriamos aplastar al hombre. Sigan cortando.
Nadie contestaba a las llamadas telefonicas que se hacian al jefe de Shane. Alguien recordo que en Williston habia un apicultor llamado Don Agilreath. Cuando este llego y vio el enjambre de abejas, ordeno que apagaran las luces de los autos.
Luego se le ocurrio una idea, y les dijo a los bomberos:
-Dirijan sus mangueras hacia las abejas que rodean la cabina del camion. Mojenlas con un rocio fino que les impida volar.
Gilreath sabia que esta medida no impediria a los insectos seguir picando, pero si disminuiria su frenetico revoloteo.
El trabajo de rescate avanzaba con lentitud. Para poder cortar con mayor facilidad, los bomberos apuntalaron con maderos un camlon y dejaron expuesta una porcion mas grande de la portezuela izquierda. Si embargo, Porcelli sabia que, con tantas picaduras, al camionero no le quedaba mucho tiempo de vida.Shane llevaba ya mas de dos horas atrapado en el camion. Por lo menos se estaba haciendo algo para sacarlo, pero la pierna que tenia aprisionada se le habia entumecido, y el dolor de las picaduras aumentaba a cada momento. De pronto, sintio que una abeja se le metia en un oido.
¡No te muevas! se dijo. El cosquilleo le provoco un fuerte deseo de sacudir la cabeza, pero el sabia que si se dejaba dominar por el panico, recibiria un aguijonazo en esa region tan sensible. Asi que se obligo a permanecer inmovil. Al cabo de unos instantes, la abeja salio de su oido y se alejo zumbando. Shane dejo escapar un suspiro de alivio.
Siguio dando manotazos a las abe
jas. Lo picaban por todas partes: en los labios, en las orejas e incluso debajo de las uñas. Para entonces habian trascurrido mas de tres horas desde el choque. Shane penso en Justin. ¿Que sera de el sin mi? ¿Quien le ensenara a jugar al beisbol?
Tambien recordo a su padre, quien nunca se dio por vencido. A pesar de haber perdido un riñon, habia vivido mas de 90 años, trabajando como granjero hasta el final. El trabajo arduo y la tenacidad siempre habian sido cualidades naturales en el, y Shane las habia imitado.
Tengo que salir de aqui antes de que amanezca, penso el camionero. Sabia que, a la luz del Sol, las abejas se volverian mss agresivas. Eso seria sin duda el fin, se dijo.
_¡Escuchen! ¿Por que no dejan que trate yo de cortar desde dentro? les propuso a los rescatadores.
Le parecia que afuera avanzaban con demasiada lentitud. Lo mas importante era el volante, que todavia escaba encajado en su cuerpo. Si lograba cortarlo, disminuiria la presion contra su pecho, y quiza los hombres tendrian suficiente espacio para entrar y apartar de su pierna el aplastado arbol de la direccion.
-¿Pueden pasarme la herramienta? -pregunto.
-No creo que sea una buena idea. -contesto Porcelli.
Shane sabia que el instrumento era dificil de manejar, incluso para profesionales capacitados. Pero tal vez de eso dependiera su salvacion.
-¡Vamos! -insistio.- ¡Permitanme intentarlo!
Aguardo, Y oyo fragmentos de una apresurada discusion. Al cabo de una larga pausa, escucho la voz de Porcelli:
-iVamos a hacer la prueba!Entonces Shane vio que le pasaban por el parabrisas destrozado una herramienta hidraulica que tenia una potente tijera.
-Sostengala por aqui -le indico Porcelli, y le explico como usarla. -Esta bien -asintio Shane, que casi no podia hablar por la hinchazon de los labios.
Tomo la herramienta, le dio vuelta al mango para activarla y se tenso para resistir la vibracion. Avanzo con lentitud en su tarea. Al poco rato comenzo a adormecersele el brazo por el peso del aparato. Hizo una breve pausa y empezo otra vez. For fin, con un inesperado chasquido, el volante se desprendio y le dio con fuerza en el pecho.
Tras arrancar lo que quedaba de la puerta, un rescatador se introdujo y comenzo a extraer el arbol de la direcclon. Por fin, 3 horas y 10 minutos despues del accidente, sacaron a Shane de la cabina y lo tendieron sobre la hierba. Despuntaba ya el alba; las primeras franjas de tenue luz anunciaban un nuevo dia. El rescate habia concluido apenas a tiempo.
Poco despues Shane iba a bordo de una ambulancia. Ademas de las numerosas picaduras y la consiguiente inflamacion, los medicos le encontraron una concusion, cortaduras, magulladuras y un esguince en un dedo de la mano; pero por sorprendente que parezca, no tenia
una sola fractura. Le recetaron analgesicos y lo tuvieron en estrecha observacion. A los tres dias lo dieron de alta, y la pesadilla termino. Para entonces, Shane ya sabia que el unico ocupante del auto con el que choco habia muerto instantaneamente.
Hoy, SHANE valora doblemente a las dos personas mas importantes de su vida. Una de las primeras cosas que hizo cuando salio del hospital fue enseñarle a su hijo a jugar al beisbol. Darlene comenta: "He notado que es mas paciente"
Shane recuerda un cachorro que tuvo de niño, cuando vivia en una zona rural de Illinois. La primera vez que el perrito vio la nieve, comenzo a retozar, entregandose en cuerpo y alma a una experiencia totalmente nueva. "Desde que sufri el accidente, reflexiona Shane, "me siento como
aquel cachorro. Todo se volvio de pronto fresco, nuevo y lleno de posibilidades".