Un peregrino muerto de hambre llegó a un pueblo y, como en todos lados donde pedíaLA SOPA DE PIEDRA
(Aportación de nuestra amiga Aidita)
Una
vecina le preguntó qué podía hacer para lograr-lo,
y el peregrino le pidió una olla
enorme
con agua has-ta la mitad. Hicieron un buen fuego y pusieron el agua a hervir,
con
la piedra dentro, a la vista de todos en medio de la plaza.
La
gente, movida por la curiosidad, se fue acercando. Era algo raro en el
pueblo, porque
los
vecinos nunca ha-cían nada juntos. El peregrino probó el
agua cuando ya estaba tibia
y
dijo que era exquisita, pero que estaría mucho mejor si alguna vecina
aportaba dos
docenas
de choclos.
Y muchísimo mejor si alguien ponía cebollas, y si otro agregaba zapallo.
Así,
el peregrino logró que todos los vecinos pusieran algo: sal, batatas,
papas, trozos
de
carne de puchero, za-nahorias y muchas, incontables, cosas más.
Se
imaginarán que, verdaderamente, salió una sopa extraordinaria,
no por la piedra sino
por
los ingredientes que aportó la gente. Todos comieron y el peregrino
si-guió viaje no
sin
antes regalarles la piedra que había que-dado en el fondo de la
olla.
Para
Pensar
Sin
duda, era una piedra "mágica", porque, junto con el ingenio de ese
hombre, había
logrado
que todos hicieran una enorme sopa para comer en comunidad.
Infinidad
de veces, tenemos que poner a prueba nuestro ingenio para "hacer comunidad"
allí
donde la gente no se comunica. Es importante saber que, poniendo un poco
de
creatividad,
se consiguen cosas verdaderamente sorprendentes.