Yo no conocí las manos de mis abuelos. Pero recuerdo las de mi padre, cruzadas sobre sus rodillas en sus últimos días.LAS MANOS DE MI PADRE
(Escrito por nuestra amiga
Marga Mangione)Manos curtidas por el trabajo de tantos años, que le sirvieron mientras estuvo de pie. Nunca pensé en ellas.
Ahora, cuando ya soy abuela, miro las mías, y lo recuerdo.
Espero te sirva para mirar tus manos y agradecer por tenerlas y decir: ¡Qué afortunados somos los que tenemos manos para acariciar, bastarnos a nosotros mismos, trabajar, escribir y mandarle a los amigos queridos, este hermoso mensaje...!
Un gran abrazo
Marga Mangione
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