Aquella tarde de sábado a mediados de noviembre, en que la pálida luz del sol buscaba un espacio entre las espesas nubes para alumbrar la polucionada ciudad llena de humos y polvos emanados por los ríos de maquinas automotrices que arrojaban los gases invisibles por sus escapes. Con un clima frió procedente del norte que arrastraba corrientes intempestivas de aire que hacían sacudirse los innumerables anuncios panorámicos, anunciadores de productos tantas veces probados como inútiles pero que, con ventaja subliminal, los publicistas atrapaban a miles de incautos con ese poder de crear necesidades en sus consumidores.UNA ESPECIAL BUENA NOTICIA
en vísperas de Navidad
(aportación de nuestra amiga Maribel García)Pues bien, en una de esas calles céntricas de la ciudad, un hombre caminaba llevando de la mano a su pequeña hija de escasos seis años. Su caminar era lento y lleno de obstáculos humanos donde la gente caminaba ansiosa en busca de sus regalos y compromisos navideños. Donde los aparadores exhibían ofertas, créditos inmediatos de consumo, sistemas de separado y tantas y tantas argucias más para atraer a sus potenciales clientes. La niña, en ocasiones, se detenía para mirar algún juguete que llamaba su atención, sintiendo de inmediato el leve jalón de su padre para continuar con su camino.
El hombre tenía urgencia en llegar a su casa ubicada en un barrio muy modesto donde vivían trabajadores fabriles y empleados con salarios bajos. Las casas eran muy viejas construidas a principios de siglo y destinadas, en aquellos años, para ser habitadas por familias de gente de nivel socioeconómico más elevado, pero que con los años, las fueron abandonado para ir en busca de otros sitios con mayores servicios y beneficios.
El hombre se llamaba Jesús y por fin llegó a su casa cansado y fastidiado pidiendo a su esposa una tasa de café mientras la niña se distrajo con una muñeca muy maltratada.
---- ¿Hubo noticias?. --- preguntó la esposa.
---- No... no las hubo ni las habrá. Esto no puede continuar porque me voy a volver loco. Tres meses de ir a ese lugar casi todos los días y solo por un estúpido sueño...
Esta historia dio inicio cuando Jesús comenzó a soñar noche con noche durante muchos días, que en una esquina céntrica, alguien se acercaría para decirle en que lugar se encontraba un tesoro que contenía muchas monedas de oro y joyas muy valiosas. En el sueño se le ubicaba la esquina en que recibiría ese mensaje y comenzó a acudir un poco a regañadientes por sugerencias de su esposa a quien había contado ese repetitivo sueño que en ocasiones le provocaba insomnio. Al principio iba por mera curiosidad y luego, con el tiempo, se le transformó en un hábito y en una obsesión incontrolable..
Siempre, al salir de su trabajo de cartero, tomaba a su hija y se dirigía a esa esquina mirando para todas partes para ver si alguien se le acercaba para darle el mensaje que esperaba, pero después de tres meses, aquel mensaje no llegaba y esa tarde, al llegar a su casa, tomó la decisión de ya no hacer caso a ese sueño y se prometió ya no acudir.
---- Ya no volveré a ir. --- dijo dando un sorbo a su tasa de café.--- Somos pobres y así seguiremos.
---- Y si fuera cierto y solo se te está probando para ver si crees en los milagros. Yo he rezado mucho para que Dios nos ayude a solucionar la enfermedad de nuestra hija. Tal ves....
---- La única forma es seguir trabajando y llevar buenas noticias a las gentes que esperan
cartas. Siempre he tratado de ser honesto con la gente y soy un hombre muy afortunado de tenerte como esposa y a nuestra hija hasta que Dios... Dios la recoja.
---- Dime Jesús. Si fuera cierto y te dijeran donde encontrar ese tesoro. ¿Que harías?.
Jesús tomó a su pequeña hija y la sentó en sus piernas. Le dio un beso y sus ojos brillaron por las lágrimas. Luego dijo.
---- Nuestra hija está muy enferma y solo Dios sabe cuanto nos durara. Si tuviéramos dinero podríamos pagar su tratamiento, pero esa operación es muy costosa y ni en sueños podría pagarla. Si fuera cierto, con ese dinero, también ayudaría a otros niños que están en la misma condición...
Jesús ya no pudo seguir hablando. Abrazó a su hija y su esposa se acercó y lloraron los dos ante la mirada confundida de su pequeña hija enferma de leucemia..
Esa noche, el sueño se repitió con mayor intensidad y desesperado se levantó.
---- ¿Que tienes?. --- preguntó su esposa.
---- ¡Otra vez ese sueño que no me deja en paz!. Ahora fue más intenso e insistente.
El siguiente día era domingo y ya por la tarde, se arregló y salió nuevamente a esa esquina llevando a su hija, jurando que esa sería la última vez que acudiría. Al llegar a ese lugar visitado tantas veces, su hija le pidió que le comprara una golosina en la tienda de la esquina. Al acudir a complacer a su hija, el dueño del negocio se le acercó para decirle.
---- Permítame regalarle esa golosina a su hija. Sabe, lo he visto muchas veces venir a esta esquina. Yo pensé que ahora no iba usted a venir. Siempre lo veo aquí con su hija y me ha llamado la atención de que usted espera a alguien y ese alguien nunca se presenta. ¿Me equivoco?.
---- Si así es. Ese alguien nunca se presentara y esta es la última vez que vendré a este lugar.
Jesús se quedó platicando largo rato con él tendero y de pronto, sin saber porqué, Jesús se sinceró con aquel hombre que lo escuchaba con atención y le comentó el motivo por el cual acudía a ese lugar. El hombre rió sorprendido y le dijo.
---- Hay sueños muy tontos y no hay que hacerles caso. Yo, tengo mucho tiempo de soñar todas las noches, que en el número 56 de la calle Quince de la colonia Obrera, bajo el lavadero esta enterrado un cofre que contiene muchas monedas de oro y joyas. ¡Imagínese usted!. Sería un tonto si yo hiciera caso a semejante tontería.
Jesús palideció al escuchar ese comentario y dijo titubeante.
---- Señor... ¡Allí es donde vivo yo!.
---- Pues bien. Eso le demuestra lo absurdo de los sueños. No pierda su tiempo y ya no haga caso de ese sueño tonto. Nadie le va a decir semejante información.
Al llegar a su casa, rápidamente se dirigió al lavadero y comenzó a escarbar. Cuando llegó a escaso medio metro de profundidad, allí estaba el cofre lleno de herrumbre. Con ansiosa desesperación lo abrió y todo su rostro hizo un rictus de sorpresiva emoción al encontrar aquellas monedas de oro y las valiosas joyas con un sobre lacrado, Tembloroso lo abrió y encontró una nota escrita a puño y letra que decía: "ESTE DINERO Y ESTAS JOYAS, SERAN SOLO PARA UNA BUENA PERSONA QUE LO SEPA UTILIZAR PARA HACER EL BIEN Y LLEVAR LA CURACIÓN Y EL ALIVIO A MUCHAS VIDAS INOCENTES.".
Este mensaje de buenas noticias, es solo para todas aquellas buenas personas que persiguen un sueño que parece inalcanzable, pero que con solo seguirlo, lo convierten en una autentica realidad.
Francisco Cifuentes Dávila - Monterrey N.L. - México.