Si le preguntas a alguien qué es lo más importante que esaUna pregunta difícil
Autor: Néstor Armstrong.
Publicado en el periódico EL NORTE el 14 de Septiembre de 1999.
persona ha hecho en su vida probablemente su respuesta
sea racional, lógica. Quizá te mencione el negocio más grande
que ha cerrado o el proyecto más importante que ha realizado.
Por otro lado, puede ser la compra de su casa o la realización
de un viaje. Tal vez haber conocido algún personaje famoso o
haber desempeñado algún puesto
En nuestra cultura se considera que lo único que cuenta son los hechos,
la lógica. Las respuestas emocionales las consideramos
poco serias y ocupan, cuando mucho, un segundo término. Con
esta vara medimos nuestros actos, así determinamos su grado de
importancia.Por eso, si le preguntas a alguien qué es lo más importante que
esa persona ha hecho en su vida probablemente su respuesta sea
racional, lógica. Quizá te mencione el negocio más grande que ha
cerrado o el proyecto más importante que ha realizado. Por otro
lado, puede ser la compra de su casa o la realización de un viaje.
Tal vez haber conocido algún personaje famoso o haber
desempeñado algún puesto.En tu caso, ¿qué es lo más importante que has hecho en tu vida?
Piensa un momento, pocas veces nos hacemos esta pregunta.
Ahora, te invito a compartir una historia que un buen amigo me hizo
llegar. Es una respuesta a esa misma pregunta, desde el punto de
vista de un abogado."Lo más importante que he hecho en la vida tuvo lugar el 8 de
octubre de 1990. Mi madre cumplía 65 años, y yo había viajado a
casa de mis padres para celebrar con la familia. Comencé el día
jugando con un amigo al que no había visto en mucho tiempo.
"Entre jugada y jugada me contó que acababa de tener un bebé.
En eso, llegó un coche haciendo rechinar las llantas y tocando el
claxon con insistencia. Era el padre de mi amigo que, consternado,
le dijo que su bebé se había puesto mal y lo habían llevado de
urgencia al hospital. En un instante mi amigo subió al auto y se
marchó a toda prisa."Por un momento me quedé donde estaba, sin acertar a moverme,
luego traté de pensar qué debía hacer. ¿Seguir a mi amigo al
hospital? Mi presencia allí, me dije, no serviría de nada, la criatura
seguramente estaría al cuidado de médicos y enfermeras, y nada
de lo que yo hiciera o dijera iba a cambiar las cosas."¿Brindarle mi apoyo moral? Bueno, quizá. Pero tanto él como su
esposa vienen de familias numerosas, sin duda estarían rodeados
de parientes que les ofrecerían consuelo y apoyo. Pensé que lo
único que haría sería estorbar. Además, mi propia familia
aguardaba mi regreso. Decidí reunirme con ellos e ir más tarde a
ver a mi amigo."Al retirarme, me percaté que mi amigo había dejado su camioneta
estacionada junto a las canchas, con las llaves puestas. Me vi
entonces ante otro dilema: no podía dejar así el vehículo, pero si lo
cerraba y me llevaba las llaves, qué iba a hacer con ellas. Podía
pasar a su casa a dejarlas, pero seguramente no habría nadie para
recibirlas. Decidí, pues, ir al hospital y entregarle las llaves.
"Como supuse, la sala de espera del hospital estaba llena de
familiares que trataban de consolarlos. Entré sin hacer ruido y me
quedé junto a la puerta, tratando de decidir qué hacer. No tardó en
presentarse un médico, se acercó a la pareja y, en voz baja, les
comunicó que su bebé había fallecido víctima del síndrome
conocido como 'muerte de cuna'."Durante lo que pareció una eternidad, estuvieron abrazados,
llorando, mientras todos los demás los rodeamos en medio del
silencio y el dolor. Cuando se recuperaron un poco, el médico les
preguntó si deseaban estar unos momentos con su hijo. Mi amigo y
su esposa se pusieron de pie y caminaron resignadamente hacia
la puerta."Al verme allí, en un rincón, la madre del bebé se acercó, me
abrazó y comenzó a llorar. También mi amigo se refugió en mis
brazos. 'Gracias por estar aquí', me dijo. Durante el resto de la
mañana permanecí sentado en la sala de urgencias del hospital,
viendo a mi amigo y a su esposa sostener en brazos a su bebé y
despedirse de él. Eso es lo más importante que he hecho en mi
vida."Aquella experiencia me dejó tres enseñanzas: Primera: Lo más
importante que he hecho en la vida ocurrió cuando no había
absolutamente nada que yo pudiera hacer. Nada de lo que aprendí
en la universidad, ni en los años que llevaba ejerciendo mi
profesión, me sirvió en ese momento."A dos personas a las que yo estimaba les sobrevino una
desgracia, y yo era impotente para remediarla. Lo único que pude
hacer fue acompañarlos y esperar. Pero estar allí, en esos
momentos en que alguien me necesitaba, fue lo principal.
"Segunda: Estoy convencido que lo más importante que he hecho
en mi vida estuvo a punto de no ocurrir debido a las cosas que
aprendí en la escuela y en mi vida profesional: el concepto
inculcado de ser racional."En la universidad me enseñaron a tomar los datos, analizarlos,
organizarlos y después evaluar esa información sin
apasionamiento. Esa habilidad es vital en la mayoría de las
profesiones. Pero, al aprender a pensar, casi me olvidé de sentir.
Hoy, no tengo duda alguna que debí haber subido al coche sin
titubear y seguir a mi amigo al hospital."Tercera: Aprendí que la vida puede cambiar en un instante.
Intelectualmente, todos sabemos esto, pero creemos que las
desdichas les pasan a otros. Así, pues, hacemos planes y
concebimos nuestro futuro como algo tan real que pareciera que ya
ocurrió. Pero olvidamos que perder el empleo, sufrir una
enfermedad grave, toparse con un conductor ebrio y miles de
cosas más pueden alterar ese futuro en un abrir y cerrar de ojos.
"En ocasiones hace falta vivir una tragedia para poner las cosas en
perspectiva. Desde aquel día busqué un equilibrio entre el trabajo y
la vida; aprendí que ningún empleo, por gratificante que sea,
compensa perderse unas vacaciones, romper con la pareja o
pasar un día festivo lejos de la familia."También comprendí que lo más importante en la vida no es ganar
dinero, ni ascender en la escala social, ni recibir honores. Lo más
importante en la vida es el tiempo que dedicamos a las personas
que amamos".Esta es la historia, no puedo recordarla sin preguntarme cuántas
veces habré dejado de hacer cosas importantes porque no eran
"prácticas" o "lógicas". En realidad quizá nunca lo sepa,
sencillamente porque no ocurrieron.Poco se puede hacer para cambiar el pasado, pero lo que sí
podemos es cambiar el futuro. Quizá nuestra cultura tan racional,
tan lógica, esté dejando de lado algo trascendente. Puede ser que
no todo lo que cuenta se puede medir y pesar. ¿Tendremos que
vivir una tragedia para comprenderlo? Ojalá que no. Tal vez hoy es
un buen día para hacer algo realmente importante..