LA MIRADA
(Escrito por nuestro amigo Norberto López)
Cada tarde, como una promesa que se cumple inequívoca y puntual, el horizonte devora al sol que acompañó
nuestro día.. Entonces, donde quiera que estemos, frente al mar, bajo los volcanes o en una calle angosta a la que se filtran como por descuido los últimos rayos de luz, quienes gustamos de mirar el crepúsculo, acudimos a él con las mismas preguntas, y salimos a la oscuridad con la diaria certeza que en la vida, todo lo que sucede, por idéntico que nos parezca, es irrepetible, único y sin par.

Por eso nadie escarmienta en cabeza ajena; por eso los amores dolidos vuelven a dolernos; por eso cada
pérdida es una primera pérdida; cada muerte una pesadumbre desconocida; cada temor un frío distinto; cada mirada un descubrimiento.

Siempre que alguien se estremece bajo la noche, que una pareja se pierde o que un niño desafía la espuma
de una ola, cuenta al mundo una historia distinta. Y siempre, quienes la miran, la encuentran irrevocable,
como la primera vez que alguien la vio.

Nadie mira al mundo de la misma manera, nadie canta igual la misma canción, nunca se vive igual la misma
historia. De ahí que nos empeñemos en recontar la vida, y que soñemos con el lujo de inventarla cada vez.

Es así que mirar se nos vuelve destino, porque está en la mirada todo lo que somos y todo lo que hayamos
soñado ser. Vemos un colibrí, el aire perfumado, un sol tras unos barcos, una luna acariciando las nieves.
Con cada mirada hacemos un instante, y en cada instante hay una historia que podemos y nos toca guardar.

Del modo en que miramos, está hecho lo que otros ven en nuestros ojos Imaginamos sus penas y sus pasiones,
como si cada instante ajeno, pudiera ser también nuestro.

Es de nosotros el afán de mirar sin tregua, para ver más allá de lo que vemos. De mirar como quien busca, de mirar sabiendo que el  día dibuja imágenes y luego sopla sobre ellas. Todo el que mira con cuidado, escribe con sus ojos. De cada mirada depende la memoria de lo que somos.

Después, como quien despierta, volvemos a mirar y de nuevo encontramos al colibrí, al aire perfumado, al
sol tras unos barcos y a esa hermosa luna acariciando las nieves, redescubriendo nuestro mundo,  soñando que
es posible entender algunas cosas que pasan por nuestros ojos, entre un crepúsculo y otro, con la esperanza de saber que a pesar de todo, mañana hay otro día.-

Beto/1999.

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