EL HABLAR DE NUESTRA TIERRA TAMBIEN PUEDE SER DIVERTIDO
(Escrito por nuestra amiga Camila Pavanel)Este es el segundo libro que publico, y me gustaría que lo comentaran, ya que es importante para mí saber si les gusta. Ojalá que sí y espero que lo disfruten mucho.
-¿Má, cuando llegamos?- preguntó Esteban, mi hermanito de diez años, un niño flaquito, alto, de ojos verdes y rizos dorados. Muy inteligente para su edad, pero sobre todo muy impaciente.
-Ya te dije, faltan diez minutos. Dile a Marco que te preste su celular y te pones a jugar mientras esperas- ese era yo, Marco, un chico de quince, flaco y alto al igual que mi hermano. Parecemos la misma persona, lo único que nos diferencia es nuestra edad y que mi cabello sea liso y de un color castaño claro.
-¿Mark, me prestas tu celular?-
Mark. Él sabía que no me gustaba que me llamara así, pero claro, como cualquier hermano, su deber era fastidiarme, y así lo lograba. Pero en ese momento, no me iba a poner a discutir con él, por que ya casi llegábamos al aeropuerto y no iba a saludar a mis tíos y primos, todo enojado.
-Aquí tienes- le dije con poco entusiasmo, e inmediatamente se puso a jugar a la viborita, su juego favorito.
-Ya llegamos- dijo mamá- bajen del auto y síganme hacia la puerta. Tengan cuidado cuando crucen la calle- Ni bien dijo eso, Esteban y yo nos fuimos a su lado, y cuando no hubieron más vehículos, cruzamos la calle.
En el aeropuerto, había muchas personas, todas de diferentes lugares, religiones, lenguas... es decir, personas con diferente cultura. Más que nada, este año 2010, vienen para festejar algo muy importante, el Bicentenario, en donde recordamos los doscientos años en que se formo nuestro primer gobierno patrio el 25 de mayo de 1810.
-¡Hola tíos!- grito Esteban mientras corría hacia los brazos de ellos.
-¿Cómo esta mi sobrino preferido?- decía nuestra tía Isabel, una mujer alta, pelirroja, de buen carácter y muy buena persona- ¡Pero que alto que estas!. Y ni hablemos de vos
Marco, estas gigante, ¿dónde quedo ese niño pequeño que eras?- decía mientras saludaba a mi madre y me daba un fuerte abrazo.Cuando terminó de abrazarme, pude distinguir a cada uno de los que la acompañaban. Estaban mi primo Nicolás, de dieciséis, con el que siempre me he llevado bien y al cual lo llamo Tin, y el a mí Ton, nadie sabe porque, pero desde que somos pequeños, nos llamamos de ese modo. También estaba mi prima Natalia, Naty mejor dicho, una niña muy bonita, de unos doce años y muy curiosa para su edad. Y por último, mi tío Eduardo, un hombre muy reservado, no hablaba mucho, de primera impresión no parece muy agradable, pero cuando lo conoces bien, te das cuenta de que es muy carismático, bondadoso y de esas personas con las que siempre podés contar.
Llegamos a casa, eran las seis de la tarde. A esa hora, ya no se podía hacer mucho en las calles porque refrescaba, así que lo que hicimos fue ayudarles a mis tíos y primos a instalarse en casa. Al final terminamos, mis tíos durmiendo en un cuartito que tenemos siempre por si hay visitas, Esteban, Tin y yo nos acomodamos en mi cuarto que es uno de los mas grandes, Naty durmió en el cuarto de Esteban y mis papás en su cuarto.
Al día siguiente, nos levantamos a las ocho de la mañana, desayunamos, nos preparamos unos bolsitos con comida, ropa de abrigo por si refrescaba, algo de dinero y nos fuimos en auto hacia el Museo Nacional del Cabildo. Allí, podremos conocer mas sobre lo que ocurrido en el en 1810, algo que a mis primos y a mí no nos interesa mucho, pero tendremos que ir igual, ya que nuestros padres no nos querían dejar solos y nos dijeron que debíamos ir para saber un poco mas de nuestra historia.
Cuando llegamos al Museo del Cabildo, nos encontramos con un monumento con cinco arcos arriba y abajo, uno central y cuatro a los lados de este. De un color blanco y con una torre que terminaba en una especie de punta, con un reloj en el centro de ésta. Cuando entramos, había muchos objetos viejos, que no atraían mucho nuestra atención, pero que a nuestros padres les interesaban. Cuando ya habíamos llegado al patio, mi madre vio nuestras caras de aburrimiento y nos dijo:
-Si quieren, quédense por aquí, les dejaremos sus abrigos y un poco de dinero por si quieren comprar algo. Cualquier duda, llámennos por el celular. Nosotros haremos alguna cita guiada y luego nos veremos aquí a las dos para la hora del almuerzo. Hagan todo lo que quieran, pero no salgan del lugar.
-¡Si!- dijimos todos al unísono.
-Bueno, nos vemos en cinco horas. Adiós, y no hagan travesuras.
-Si, nos portaremos bien- dijimos, y luego nuestros padres se fueron caminando hacia la ventanilla para solicitar su aburrida “cita guiada”.
-¿Y que haremos?- pregunto Tin al instante.
-No lo se- le dije- vayamos a ver que hay por aquí.
-¡Miren eso!- grito Esteban- Es el hombre mas serio y robusto que nunca haya visto.
-Ese era un hombre que cuidaba la puerta del Cabildo, el Señor José Gutierrez, como dice en este articulo. Bueno, ¿algo más interesante que hacer?.
-¿Cómo que más interesante?¿Esto no les parece interesante?- pregunto una voz gruesa.
-¿Quién está hablando?- pregunto Naty.
-Yo, el Señor José Gutierrez. Si no saben, todo esto es muy interesante, la historia de todo “esto”, es muy interesante. Que ustedes no le hayan prestado atención, no quiere decir que no sea interesante.
-¿Cómo es que puedes hablar?¿Y que sabe usted señor sobre la historia del Cabildo y de todo lo ocurrido en 1810?- pregunté.
-Para empezar, les diré que yo soy un espíritu, y me han concedido el don del habla, para que los niños como ustedes, sepan lo importante que fue para nuestros criollos poder liberarse de España.
En eso, todo lo que estaba a nuestro alrededor se fue desvaneciendo y empezaron a aparecer hombres con galera, mujeres con vestidos largos, carrozas con caballos, vendedores ambulantes..
-¿Dónde estamos?- preguntó Tin.
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El hablar de nuestra tierra tambien puede ser divertido