OURENSE, PONTEVEDRA, ZAMORA Y SAN LUIS POTOSI CUATRO CIUDADES QUE SE DESCUBRIERON EN LO QUE EL TIEMPO NOS HA DEJADO.CUATRO CIUDADES
(Escrito por nuestra amiga Irma Ruth del Angel Angel)“Soy vecina de este mundo por un rato y hoy coincide que también tu estas aquí... Coincidencias tan extrañas de la vida Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio Y concidir…”
Estoy aquí sentada en el monumento “A lo que el tiempo se llevó”, sí, en esa famosa máquina de vapor, estoy aquí al lado de este mostrenco de los rieles; es algo inexplicable, al ver esta máquina ahí; me pregunto... ¿Cuántos viajes haría? ¿Cuántas personas transportarían? ¿Cuántos kilómetros andaría?
Más de un siglo ha pasado y lo que “El tiempo se llevó” se ha dado a la tarea de ver pasar la transformación de esta mi bella ciudad de los jardines, mi majestuoso San Luis Potosí. Esta máquina llena de recuerdos ha sentido los avatares del tiempo, ha servido de hogar para tantos niños de la calle, de dormitorio para los indigentes que recorren la Alameda, ha servido como ambientación para la fotografía del turista o simplemente para sentarse en sus bordes a esperar el camión o para ver como pasa la vida.
Al frente de esta máquina esta un bello edificio, el de Ferrocarriles, el cual tiene una columna lateral con un reloj en cada uno de sus lados; reloj que detuvo el tiempo a las 13:15, sí, desde que la estación cerró sus puertas al público el reloj también detuvo su marcha, quizá en espera de que la historia cambie y el tren de pasajeros vuelva a rodar por sus rieles. Hoy este edificio ha cambiado el rumbo de su historia y se ha convertido en el museo de las comunicaciones; pero la nostalgia de lo vivido en sus entrañas, como una estación de ferrocarril sigue rondando como un fantasma.
Aquí sentada regresan a mí los recuerdos de los días en que mi ciudad se lleno de poesía de Galicia y de Zamora, como recuerdo la sonrisa y felicidad con que recibió esta ciudad a 4 grandes de la poesía hispanoamericana: de Zamora a Roberto Resèndiz Carmona; de Ourense a José Ramón Fernández Morgade y José Antonio Santos Guede; de Pontevedra a Fernando Luis Pérez Poza. Su llegada a esta bella
ciudad de los jardines fue a las 13:15, la misma hora del reloj que detuvo el tiempo; donde con gran algarabía y jolgorio los traslade a las Suite del Bosque donde iba a ser el punto de descanso de aquellos
viajeros de la palabra.Ese martes que ya no era un martes cualquiera en la ciudad potosina la comida huasteca les mostró sus delicias y entre zacahuil, enchiladas verdes y rojas, bocoles, quesos rellenos de crema, cabuches; el colorido de las jarras con agua de horchata y Jamaica hicieron del recibimiento de estos viajeros el placer de la estancia sin dejar de lado la degustación del famosísimo Jobito, bebida espirituosa que les eliminó el cansancio del viaje de Zamora a San Luis.
La tarde del martes 15, la caminata por las plazas del Centro Histórico, admiraron la Iglesia del Carmen, esa construcción mitad barroca y mitad neoclásica y de pronto aparece la calle de Othón; nos detenemos a ver la arquitectura barroca de los edificios y el Museo Casa del poeta Manuel José Othón, esa pequeña vivienda, modesta, llena de recuerdos de este poeta romántico que me hace pensar en lo sencillo que fue como persona a pesar de ser una gran figura pública de talla internacional. Los visitantes ante la belleza arquitectónica no pueden dejar de hablar del tema que nos apasiona: la poesía.
Seguimos caminando y volteamos hacia el cielo que sorprende al observar la hermosa vista que dan los edificios en esta calle, cruzamos la calle y caminamos por el área peatonal de la Manuel José Othón por el costado derecho esta la pared lateral de cantera de la Catedral y por el costado izquierdo encontramos una serie de negocios de ropa, de medicinas, de libros, de zapatos, negocios discretos que a pesar de la competencia ambulante siguen con la esperanza de sobrevivir en el mundo del marketing. Edificios altos que aparentan tapar la visión al cielo pero al final la luz; la entrada a la majestuosa Plaza de Armas con sus árboles, bancas de metal ocupadas por los jubilados del ferrocarril, los aseadores de calzado a la caza del funcionario que se deje lustrar los cacles y poder exprimir el cerebro de los chismes que se dan entre los pasillos y oficinas de Palacio, del Congreso y en los corrillos de café; no puede faltar en esta estampa el clásico plantón de aquellos potosinos inconformes por algo, con la serie de pancartas y panfletos pegados en las paredes de Palacio. Dejamos atrás esta folklórica plaza y regresamos caminando por la calle del creador del poema “El idilio salvaje” todavía calle peatonal.
Para que las puertas del Museo Nacional de la Máscara se abran para estos amantes de la palabra. Son las 20:00 la música latinoamericana deja sentir sus vibraciones en este recinto de arte a la par de la voz de Jorge Quiroga el presentador que da la palabra a Fernando Luis Pérez y su voz retumba con estas líneas:
“A la distancia de un átomo,/ te sentí,/ como morfina fina,/ un día en que el aire llevaba/ alas azules de mariposa/…
La música seguía, la gente a la expectativa de los lectores y surge la voz de José Antonio con su poema Perros que las primeras palabras conmueven al público: “Y los perros han devorado/ sus bozales/ y han roto las cadenas/… ante este asombro de palabras el público se enternece y enamora al escuchar Cada vez que pienso en ti; donde José Ramón Fernández con su voz dulce y seductora embelesa el oído de los espectadores cuando dice:
“En el taller de mi mente/maduro tu recuerdo,/ las flores crecen frescas y lozanas/imitando tu cuerpo/…
El grupo Korillacta no deja de tocar esos bellos acordes del cóndor pasa que arrullan la voz de Roberto Resendiz cuando lee:
“Que de cosas he dejado/en el viejo ropero del alma/…
Y la voz de Jorge Quiroga leyendo la poesía de Olimpia Badillo que retumba y despierta el alarido de la concurrencia cuando dice: “Haz como que me quieres/como que soy indispensable a tu cuerpo/…
El manto nocturnal cubre el cielo potosino y el Museo de la Máscara premia a los poetas viajeros de Zamora y Galicia con el aplauso masivo, el mezcal en jarrito y el delicioso vino tinto. Es tarde ya las luces de la ciudad se van encendiendo, el ruido de los autos va disminuyendo y de pronto vemos a los poetas entre la gente cenando unos deliciosos tacos rojos y quesadillas en el antiquísimo puesto de tacos de doña Juanita, ahí, en el corazón del Barrio de Tequisquiapan, en el jardín de Tequis; ahí en una banca de madera vieja a punto de derrumbarse Roberto, Fernando Luis, José Ramón, José Antonio y su servidora degustan la delicia culinaria del barrio.
Las miradas se entrecruzan entre comensales y poetas y la palabra vuelve a tomar vida. Miércoles 16, llegó por ellos a la Suite, listos están los portadores de la poesía de Mundos por Descubrir, el grupo se separa: La lectura se llevará a cabo en los CECyT (Colegio de Ciencia y Tecnología) en el 1 van Fernando Luis Pérez y José Ramón Fernández acompañados por Irma del Ángel y al 3 van Roberto Resendiz y José Antonio acompañados por Olimpia Badillo. La mañana fluye entre poesía y preguntas de los estudiantes y de los profesores hacia los poetas; previo a la lectura el desayuno, donde nuestros invitados degustaron unos tacos sudados que fueron la delicia para ellos, con una ensalada de cebolla rebanada y zanahorias en vinagre, salsa de aguacate y salsa roja, café y refresco; sin faltar el postre de galletas donde José Ramón comentó que poco le gusta el dulce, gusta más de lo salado, aunque dijo: “Yo soy todo un dulce” y eso los potosinos lo pudimos comprobar con todo ese cariño que derramó en cada espacio que pisó.
Ese día el desierto potosino sintió nuevamente la lluvia que trajeron de Galicia, el cielo dejó sentir su felicidad ante estos visitantes de lujo y lloró de alegría. La lluvia seguía y al mediodía Jorge Quiroga y Ana nos reciben en su casa con un bufete México -Mediterráneo en honor a los invitados y la charla en mesa redonda se da entre la mezcla de sabores de caballa, ensaladas, empanada de atún y deliciosos vinos tintos mexicanos.
El sol se asoma tímidamente para permitir que José Ramón, José Antonio y yo podamos caminar por uno de los parques más antiguos de mi bella ciudad: El Parque Morales.
Nos adentramos al bello y paradisiaco Parque de Morales el cual tiene un olor a bosque, aroma a alegría y sabor a sudor infantil combinado con eucalipto, de pronto nos topamos con las esculturas talladas en madera que los chicos pandilleros se dieron a la tarea de esculpir tomando como referencia la poesía, Los hacedores de la palabra no esperaron y empezaron a disparar sus cámaras a fin de capturar la belleza del lugar, les hice referencia de las historias de ese parque , de los íconos que pueblan todas las tardes el lugar y ellos lo corroboraron: parejas tomadas de la mano, miradas encontradas, ósculos a diestra y siniestra, rocas con impresiones poéticas, árboles que se levantan majestuosos para dar cabida a dos voces Ourensanas, la caminata da término en el monumento al glorioso Francisco González Bocanegra; autor de la letra del Himno Nacional Mexicano y, ahí sentados al pie de él les refiero la anécdota de cómo fue escrita esa letra que glorifica a los mexicanos.
La caminata termina, se despiden del parque esbozando una sonrisa de satisfacción de haber penetrado en los recovecos bellos de esta ciudad antigua. En camino nos topamos con un gran monumento a nuestra enseña nacional, se abre esa gran puerta y nos introducimos a las entrañas de una de las Avenidas más viejas de San Luis; la Venustiano Carranza; hace 30 años era la única vía que unía el centro con el bello Parque de Morales, esta avenida considerada como la zona residencial del San Luis de los recuerdos, donde los simples mortales, los de la barriada, los del lumpen admirábamos con gran envidia las bellas casas.
Ahí inicia la historia nocturna de estos viajeros de la palabra y el Museo Francisco Cossío les recibe con sus bellos y amplios jardines, el recinto de arte está dispuesto, los espectadores y escuchas listos, la guitarra a punto de dar los primeros acordes y de pronto se escucha la voz de los poetas, de los tejedores de palabras, de los buscadores de mundos; acompasados por la guitarra flamenca diciendo:
“Aunque la canción/más triste/que nunca haya oído/no esté en mi mente/siempre me hará tropezar/en la esquina más oxidada/de mi camino” de José Antonio, en tanto Roberto Resendiz, nos ofrece su voz diciendo:
”Apiádate de mí/dame un poco de amor de ese que ofreces por las noches/besa mis labios con aquellas miserias que te han dejado…/
Los acordes siguen y José Ramón nos lee al oído ofreciéndolo a Mujeres de Palabra: “Me evaporo/ mientras miro el río/en donde se refleja/el tono azulado de mis ojos/en las luces cristalinas de agua:/….Te recuerdo…/…y me evaporo/ La lectura es irrumpida por la melodiosa voz de Ana Quiroz que llena el recinto de magia musical con los despliegues de la guitarra, la palabra de nuevo hace su arribo con la educada voz de Fernando Luis:
“Yo fui una latitud voraz de luna/ escribía palabras con letras/ que el profeta germinal ponía juntas,/ los sueños y las venas y los ritmos:/ toda la fuerza que el amor impulsa/ Resonando la voz femenina de la palabra con Olimpia Badillo diciendo:
“He sembrado estrellas en mi patio/ y no han crecido/he apuntado hacia el sol cada mañana/para ver si calienta mis inviernos,/ tampoco él se queda y estoy triste/…Quién me manda a correo descalza/…
El Museo francisco Cossío se queda vibrando ante la palabra de estos soñadores, la televisora quiere que toda la ciudad potosina los escuche y son entrevistados por Daniel Álvarez de la Llera, conductor de tv que trata de sacar las más palabras que se puedan para que no se nos vayan del todo, la noche es cálida, ya no llueve, el olor a la ciudad se combina con el brindis por Zamora, Ourense, Pontevedra y San Luis.
La gente empieza a retirarse y sólo llevan consigo el retumbar de la voz dulce de José Ramón Fernández con sus deseos: “Miro por la ventana y me pierdo,/ la niebla me invade en esta tarde gris,/ de lluvia caramelizada sin fin,/ mi mente adormece en esta tarde oscura,/ mientras en el exterior se cruzan,/ en un diabólico baile,/ todas las miserias que me rodean,/…Deseo/ que los sueños jamás se acaben/. Jueves 17, último día se percibe cierta nostalgia, un poco de tristeza. Inicia la mañana con la degustación de una deliciosa taza con café en Punta del Cielo. La lectura en la UNID, donde son recibidos con la distinción de la Universidad, el espacio de lectura con una vista a la ciudad que quiere llorar, la serie de preguntas a los poetas, las firmas de libros, autógrafos, la foto y la firma del libro de visitantes distinguidos hacen que nuestros poetas estén al borde de la lágrima, la alegría les invade.
Segunda lectura en la Escuela Normal del Estado, son recibidos por el Director de la misma, El teatro majestuoso les recibe, y de pie hacen retumbar el lugar con la palabra, los aplausos no se dejan esperar, la firma del libro de visitantes distinguidos, la foto del recuerdo, el reconocimiento a la obra impulsada. 12:00 del día cabina de radio en Radio Universidad, nuestros amados poetas hambrientos leen poesía. Y de manera inesperada entra Irma del Ángel con sendos vasos de fruta para que entre poesía, música y comentario el colorido de la fruta ponga el toque divino a esa mesa de radio, el resto del día transcurre entre la fiesta de los potosinos por el gane de la selección mexicana, la comida en el restaurante la Gran Vía y el baño de espuma que sufre José Antonio Santos por los alegres potosinos. La ciudad se viste de fiesta y se hermana con los visitantes.
La noche llega y la última Gala Poética va a dar inicio.
El Centro de las Artes de San Luis Potosí Centenario es el marco final de estos portadores de la poesía, de estos descubridores de mundos poéticos; el lugar, un recinto que sirvió durante muchos años de prisión, ahora recibe el arte, la palabra, ahora es un espacio de libertad artística que extiende sus alas hacia el infinito.
En el jardín de los Pirules, las mesas dispuestas con una vela al centro, los poetas entre el público dejan resonar sus palabras, entre los breves espacios de luz surge la danza al ritmo de las palabras. Fernando Luis Pérez Poza invade la fortaleza de cantera rosa con su poema:
“Yo sé que estás ahí,/ atrapada en el vértigo que desnuda al miedo,/ corazón de fuego que no se aviene a vivir sin jaula,/ amazona de honduras que no existen./ Estás ahí./ Entre dunas que humean soledad/ y recuerdos que congelan las venas,/ escuchando trompetas de silencio,/… Pero no pienses que siempre será así,/ con hielos que atraviesan la tarde/ y pájaros sin alas que no cantan./ Algún día saldrá el sol para ti/…
La danza sigue y de pronto el silencio es interrumpido por la voz de José Antonio con su poema Amanecer:
“Y desperté en un baño de luz./ Las horas habían devorado la realidad/ con su paladar de badajo/ oxidado y herrumbroso./ Sonó ronca la hora de mi destino,/ pero éste, vago como siempre/ había ido en busca de un espectro de mejor futuro/…
La mezcla de voces femeninas con Irma del Ángel y la poesía de Olimpia:
“Me besas y el ritmo encadenado de mi carne,/ empieza a abrir sus aguas desde el vértice de mis piernas/ hasta el filo de tu lanza/ que se vuelve fruta tibia/…
En las diferentes mesas se sigue escuchando la voz de los poetas: Ahora la ciudad, nos lee Roberto Resèndiz:
“Ahora la ciudad puede paladear su nombre/ libar la sangre, convertir la carne en ceniza,/ hablar del pubis, de la voz de los azulejos/… “Ahora la ciudad puede gritar su nombre/ mordisquear el secreto, la piel, entumecida…
José Ramón vuelve a regalar su voz tibia, seductora y la cantera rosa vibra ante, Esta noche:
“Esta noche soñaré contigo,/ y te invito a ti a soñar conmigo,/ a convertir nuestro sueño en realidad/ y volar entre la fantasía/ en parajes escondidos/ en medio de abundantes bosques,/… el aplauso femenino se dejó sentir y los muros temblaron ante la belleza de la palabra dicha y el canto a capela de Ana Lucía:
Coincidir, que cierra el círculo poético de la noche con la expectativa de que la historia de los viajeros de la palabra se vuelva a repetir. Las palabras van quedando, las miradas cómplices de una noche de poesía y de sentimientos encontrados que afloran por los poros de la piel de cada potosino…
Tantos siglos, Dos mundos y una coincidencia. La poesía.
Es tarde ya, el caminar de Fernando Luis Pérez Poza, José Ramón Fernández, José Antonio santo y Roberto Resendiz ha llegado a su fin en tierras potosinas, las luces de la ciudad empiezan a aparecer como luciérnagas en el campo, las personas inician el retorno a sus hogares después de una jornada más de trabajo, los novios se encuentran, los amigos se reúnen, el ruido de los autos disminuye, los indigentes hacen su aparición junto con sus fieles perros guardianes para hurgar entre los botes de basura con la esperanza de encontrar algún mendrugo de pan que pueda saciar un poco su hambre, las iglesias cierran sus puertas y dan las últimas campanadas de la noche.
Me siento contenta porque a mi ciudad de los jardines, mi bello San Luis Potosí; se le dio el privilegio de descubrir que es más que un lugar estratégico para el mercadeo. Me siento feliz de que esta tierra Guachichil fue acariciada con la belleza de la poesía de Zamora, Ourense y Pontevedra, tres días de oasis en una tierra de desierto, donde quedaron las huellas de los pies de los poetas y los poemas rodando como granos de arena que el viento fresco de junio esparce por los corazones de Galicia y México, con la esperanza de volver a descubrir otros mundos de la palabra y volver a coincidir.
Hasta la próxima.
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