LA FLORECITA A LA QUE NO LE DABA EL SOL
(Escrito por Daniel Ramírez Meléndez)
Hubo una vez una florecita que abrió sus pétalos llena de ilusión.

Siendo una semilla, el sol la acarició con uno de sus rayos más tiernos, y empezó a crecer; cuando era una ramita con una hojita, éste la calentó con sus rayos más luminosos; desde el cielo le decía con su luz que la quería, por las noches antes de perderse en el horizonte se la encargaba a la luna y a las estrellas.

Así fue hasta que la ramita se encerró en sí misma envolviéndose en un capullo, en la fantasía del sueño, antes de dormirse, el sol le dijo que al despertar sería la más linda flor sobre la Tierra.

Parece que alguien le dijo al sol algo acerca de la florecita, alguien envidioso del amor que le prodigaba nuestra estrella calumnió a la pequeña rosa, se dice que fueron las tinieblas quienes conspiraron contra ella mientras dormía.

El hecho es que aquella mañana al despertar, el ambiente estaba extraño; estaba en medio de una sombra oscura y fría, la florecilla pensó que quizás había dormido mucho y ya era invierno y que por eso el sol había cambiado de posición en el cielo; pero el canto de los pajarillos, el volar de las mariposas, el libar de las abejas en las demás flores y el verdor de los prados le hizo entender que no era así, que era primavera, y que el sol por algún extraño motivo no le daba su luz.

Volteó a todos lados, hasta que vio una enorme roca, que era la que proyectaba esa infame sombra, se dirigió a ella:

- Oye, mientras dormía te has movido, y con eso no dejas que el sol me vea, has de saber - dijo la flor - que sol me quiere mucho, dice que soy la flor más linda de la creación.

La roca le respondió:

- Pequeña florecita, no me he movido ni un milímetro, es el sol quien ha modificado su camino para evitarte.
- Pero ¿por qué? si el sol me quiere, soy su luz, me dijo que aunque sólo soy una flor, mis colores iluminan su vida.
- No lo sé - concluyó la roca.

Un aire frío sopló e hizo moverse a la flor, ésta empezó a sentir que algo no estaba bien, tiritando le habló al viento.

- Tú que eres tan fuerte, ¿no podrías mover al sol? Posiblemente sin notarlo soplaste y lo hiciste cambiar de posición, ¿no podrías regresarlo donde estaba?

El viento le respondió:

- No soy yo quien ha movido al sol, él se ha movido por sí mismo, y es él quien me ordenó sacudirte con mi brisa más gélida.

Algo pasaba, el sol era el que con su luz hacia que sus hojas convirtieran los elementos de la tierra en alimento, con sus rayos le transmitía amor.

Entonces la flor lloró, sus lágrimas eran gotas de rocío que se convirtieron cristales de hielo, pues tan helada era la sombra proyectada por la roca.

Al anochecer las estrellas y la luna encontraron triste a la florecita, tanto había llorado que ya no se podía mantener derecha...

- Luna y estrellas, ¿ustedes saben por qué ya no me quiere el sol? – Les preguntó al verlas.

La luna y las estrellas sabían de las palabras vertidas en su contra por las tinieblas, y sabían que era mentira, pero el sol estaba tan enceguecido por el dolor y la ira que no quiso escucharles, ellas no quisieron decirle a la florecita el motivo, porque era infame, y más aun, que fuera lo que fuera, la florecita no tenía la culpa, ella era inocente, era sólo una flor frágil que no podía hacer daño de ninguna forma.

Trataron de darle calor con sus tenues rayos, la luna que era mayor la acarició, pero sus caricias ya no podían traspasar la capa de rocío congelado, irremediablemente la florecita estaba muriendo, pero las tinieblas que son muy crueles, no se conformaron con ello, aun de ese débil consuelo privaron a la florecita, y les ordenaron a las nubes que cubrieran el cielo, y así la florecita quedó en medio de la oscuridad llorando inconsolablemente.

Al amanecer, la florecita casi alcanzaba el suelo, en realidad hizo un gran esfuerzo para poder ver el alba una vez más, aunque el sol no la veía porque estaba empeñado en ocultarse tras las sombras, le habló.

- No sé por qué dejaste de quererme, pero sea lo que sea, yo no tengo la culpa.

Y la florecita murió.

El sol pasó por el firmamento y al ver muerta a la flor algo en su corazón intentó revelarse, pero continuó su camino sin saber perdonar.

¿Te gustó este artículo?
¡¡Envíale un aplauso al que lo compartió!!
¿Que te pareció este artículo?
¡Aplausos! ¡Aplausos! ¡Excelente!
¡Está bien!
Perdóname, pero me aburrí un poco.
¿porqué no te pones mejor a ver la televisión?
Tu mail: 

Comentarios:


Gracias por tu participación y tomarte un minuto para mandar tu mensaje,
así contribuyes al mantenimiento de esta página.
Lecturas para compartir.  Club de lectura y amistad.  www.lecturasparacompartir.com