Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua,¿QUE TAN CONFIADO ESTAS
DE TU CUERDA?
(Aportación de nuestra amiga Aidita)
inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la
gloria para él sólo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y
se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar,
sino que decidió seguir subiendo, decidido a llegar a la cima.Le obscureció, la noche cayó con gran pesadez, en la altura de la
montaña ya no se podía ver absolutamente nada, todo era negro, cero
visibilidad, no había luna y las estrellas eran cubiertas por las nubes.Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y
se desplomó por los aires, caía a una velocidad vertiginosa, solo podía ver
veloces manchas cada vez más oscuras, que pasaban en la misma
oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.Seguía cayendo y en esos angustiantes momentos pasaron por su mente
todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, pensaba que iba a morir,
sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos.¡SI!, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad
con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. En esos
momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó mas que gritar:
-"AYUDAME DIOS MIO".De repente una voz grave y profunda de los cielos contestó:
-"¿QUE QUIERES QUE HAGA HIJO MIO?".
-"Sálvame Dios mío".
-"REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR".
-"Por supuesto señor".
-"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE".Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda
y reflexionó. Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado
a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una
cuerda.A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO.