REFLEXION ACERCA DE LAS MAMAS DEDICADAS AL HOGAR
(Escrito por Elizabeth M. Treviño)

Platicando hace poco con una querida amiga, comentábamos acerca de cómo muchas mamás hemos pasado (o seguimos pasando) por experiencias acerca de que al decidir quedarnos en casa canalizando nuestos talentos y capacidades en educar, apoyar, transportar y manejar las "agendas apretadas" de nuestros hijos, dejando a un lado y restándole prioridad, a veces temporalmente, o a veces por períodos muy prolongados, a nuestra propia realización personal y desarrollo profesional.

En lo personal, me ha tocado vivir diferentes etapas de esa experiencia.  En una ocasión donde tuve una magnífica oportunidad de trabajo estando mis hijos muy chiquitos, acepté trabajar de tiempo completo, y como mi esposo también laboraba de tiempo completo, tuvimos que apoyarnos en guarderías que nos ayudaran a cuidar a nuestros tres hijos.  Fué una época "dulci-amarga" pues a la vez que disfutaba mi trabajo, pues tenía nuevas responsabilidades, crecían mis conocimientos y mi experiencia, mi corazón se encogía cada vez que pensaba en mis hijitos, a los cuales tenía lejos después de haberlos cuidado mucho tiempo el día entero.  Lo peor, es que sentía que mi sueldo se iba casi en su totalidad para pagar la guardería, por lo que parecía un sacrificio y un esfuerzo en vano.

Fué tanta la tensión y tristeza que sentía, pensando en que yo no estaba al lado de mis hijos apoyándolos en su crecimiento, en su educación, y perdiéndome inolvidables momentos al lado de ellos,  aunado a la presión normal del trabajo, que el estrés, la falta de tiempo para cuidarme, y la mala alimentación, que cobraron su factura demasiado pronto: "Diabetes", dijo mi doctora para mi sorpresa a mis treinta y tantos años.   ¿Será que la tristeza también cobra éste tipo de facturas?

El tiempo pasó.... cambió mi vida completamente.

Acepté y me adapté a mi enfermedad, cambiaron las circunstancias, y mi esposo y yo decidimos que podíamos tomar el reto de vivir con un sólo sueldo para que yo me dedicara a mis hijos.  Aunque ya no eran unos bebés, sino entre niños y jovencitos, aún necesitaban de mi ayuda, y quizás más que antes: a mi parecer, la adolescencia es la edad más peligrosa, pues es cuando los jóvenes tienen una rebeldía no externada en su etapa de la niñez, cuando pueden tomar decisiones que, de ser equivocadas, podrían pagar el resto de su vida.

Dios me ha permitido cuidarlos desde entonces, y sé que aunque ahora tal vez ellos no me necesitan tanto como antes, saben que aqui estoy.  La adolescencia tambien es una etapa bonita pero difícil, y sé que si yo no estuviera aquí, ellos podrían facilmente irse por malos rumbos... así que me da gusto poder estar con ellos.  PERO, dentro de mí, me siento como una inútil, sintiándome obsoleta por no estar al tanto de los nuevos programas, nuevas técnicas, y por no ser productiva como antes, ganando mi sueldo, conviviendo con personas parecidas a mí diariamente, y desarrollando mi carrera.

Así de difícil es la vida de las mamás que realmente queremos a nuestros hijos ¿no crees? tenemos que pensar en todos, aunque muchas veces nos falte pensar en nosotros mismas.  En estas situaciones es fácil sentirte deprimida e insegura acerca de tus capacidades.

Alguna vez platicando con mi esposo de esto, él me dió un consejo que creo que a tí, si estás pasando por una situación similar a la mía, también puede ayudarte a sentirte mejor:

"No porque estés viviendo una rutina ahora, quiere decir que será así para siempre.  Todo va cambiando.  Nada es para siempre.  Disfruta tu vida así como es ahorita, pues todo será diferente mañana".

Y creo que tiene razón.  Ya lo he experimentado antes, cuando creía que nunca podría volver a convivir con mis hijos en su niñez y que iba a estar dedicada 100% a mi trabajo.  Dios obra sin que nos demos cuenta, y cuando menos piensas estas viviendo situaciones diferentes.  Solo necesitas pedir de Su ayuda, y aunque tú o tengas la solución para un problema, El lo encontrará por tí.  Sé que el día que yo decida "volver a la arena profesional" tendré Su apoyo, y el de mi familia, para seguir adelante aún a pesar de la "pausa" que yo misma decidí hacer en mi carrera, porque las ganas de aprender y el entusiasmo en mí no se apagan tan fácilmente y mucho menos al sentir el respaldo de Dios.

A veces una ve su vida como si fueras victima de las circunstancias y te dejas llevar por la depresión, pensando que todo acabó para ti.  Pero hay algo que no se acabará nunca: El amor de Dios.

Ten Fé en que valdrá la pena tu esfuerzo, y que el día de mañana gracias a tu sacrificio, tus hijos serán mujeres y hombres de bien, y gran parte de ese logro será tu esfuerzo.  Haz tu mejor trabajo educándolos, castigándolos cuando sea necesario, pero sobre todo amándolos y haciéndoles saber que estarás a su lado siempre que te necesiten.

Tal vez ellos nunca logren apreciar en toda su totalidad tu esfuerzo pero Dios es testigo de ello y te lo recompensará.

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Reflexion acerca de las mamas dedicadas al hogar

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