Dicen que sólo hay una realidad, ésta concretamente. En ella arrastramos nuestra apesadumbrada existencia hasta que algún día, más tarde o más temprano, alguien apaga la luz. Resulta duro creerlo, resulta difícil llegar a aceptar que no somos dueños más que de un montón de células misteriosamente unidas por Dios sabe qué extrañas fuerzas que impiden que nos desintegremos y nos fundamos con el resto del Universo.PARANOIA
(Escrito por nuestro amigo Benjamín García)Somos individuos, entes definidos y diferenciados de los demás, aunque muchas veces nos empeñemos en demostrar lo contrario. Cada uno de nosotros vive sólo, rodeado de un montón de extraños hostiles con los que intenta convivir de la mejor forma que le es posible. Suele resultar complicado, muy complicado. Nadie es dueño del destino de nadie, ni siquiera del suyo propio. La vida es un imprevisto seguido de otro imprevisto que provocará un nuevo imprevisto. No se puede controlar lo incontrolable, ni siquiera se puede intentarlo. Uno puede llegar a creer que conoce a alguien pero siempre se demuestra que es mentira, porque nadie conoce a nadie, ni tan sólo a sí mismo.
La racionalidad es una falacia, un entretenimiento con el que matamos las horas de hastío. Al final, no cuenta para nada, ninguna decisión ha sido nunca tomada basándose en la razón, siempre han primado otros motivos: Amor, odio, intuición... sentimientos al fin y al cabo. Pero, nosotros, los patéticos seres humanos, seguimos empeñados en demostrar que la inteligencia es el poder supremo que nos llevará a habitar en un mundo perfecto.
¡Tonterías! Nos encontramos inmersos en un caso patológico de esquizofrenia colectiva a nivel mundial. La escala de valores ha sido totalmente vuelta del revés, y, lo peor es que intentamos aparentar que nada pasa, que la normalidad reina por doquier.
En un planeta como éste, es lógico que la generación que ahora llega sea totalmente autista y carente de cualquier tipo de interés por mejorar el tipo de vida que llevamos. Se refugian en videojuegos, en programas de televisión de diseño, en una concepción materialista del sexo y lúdica de la violencia. Están luchando, a su manera. No se puede cambiar algo que no tiene vuelta atrás así que, la mejor solución es destruirlo todo y volver a comenzar desde cero. Ellos lo lograrán, conseguirán convertir el mundo en un lugar totalmente mecanizado en el que no habrá sitio para la improvisación; conseguirán prostituir finalmente todo lo que significa estar vivo y serán los alcahuetes de una nueva religión completamente computerizada.
Supongo que incluso el amor dejará de tener sentido, pues será sustituido por necesidades más hormonales y que suelen conllevar menos esfuerzo que no el intentar convivir con alguien. Pero eso estará bien, estará bien porque será lo más parecido a lo que la humanidad necesita: Un merecido tratamiento de shock. Entonces, alguien, en algún lugar del mundo, despertará un día y descubrirá, bajo algún montón de metal, una brizna de hierba que despertará sus más primitivos instintos. Se revelará en ese momento contra la razón, y, acompañado de otros como él, conseguirá derrocar la dictadura de los chips de silicio e instaurar un nuevo comienzo. ¿Será el definitivo?. Quién sabe.
A lo peor el problema es que todo lo que he dicho es mentira y que la falacia radica en los sentimientos. Quizás esa es mi maldición, y la de otros como yo, que los veneramos como si fueran algo mágico, cuando, quizás no sean más que otra de las múltiples caras de la racionalidad.
En fin, a quién le importa, de todos modos el Universo nunca notará la falta de 6000 millones de microorganismos que creen ser el centro de la Creación.